El camino de Fer no fue fácil. Los días eran largos y las noches cortas, pero su espíritu nunca flaqueó. La perseverancia dio sus frutos cuando un día, la invitación a celebrar el bicampeonato del Club América le abrió puertas inesperadas. Ese evento no solo fue un hito en su trayectoria, sino la confirmación de que su sueño estaba tomando forma. La popularidad de sus tacos crecía como la espuma, y con ella la necesidad de un espacio más grande y acogedor. El desafío era transformar su carrito ambulante en un lugar que reflejara la esencia de su propuesta: la autenticidad, la pasión por los tacos y el cariño por cada cliente. reconocimientos que reflejan su búsqueda de la perfección.